viernes, 26 de marzo de 2010

MAYA

Ayer fue un día extraño, en el que tampoco pasó nada especialmente especial.

Yo estaba en casa, tranquilamente, haciendo la colada (tenía que poner dos lavadoras, limpiar la casa, preparar algo de comida para la semana… vamos, lo que hacemos los chicos que vivimos solos para poder sobrevivir sin gastar demasiado dinero), a eso de las 4 de la tarde, y acababa de subir a poner la secadora de la lavadora que se había terminado.

Solo me quedaba una hora para sacar la ropa, y, mientras, tenía decidido ponerme a leer un poco, que últimamente me prodigo poco en este placer tan íntimo para mi (íntimo por qué no leo en voz alta, sino que leo en silencio, y mejor cuando estoy solo).

Pues estaba yo preparándome para disfrutar de dicho placer, cuando uno de mis amigos casados me llamo por teléfono:

- Que nos vamos al centro, que mi mujer tiene que ir a recoger una abaya, y que digo, que si te vienes, pasamos por el saco, y por otro supermercado, y así se nos pasa la tarde.

- Vale, y si podemos, nos pasamos por una tienda de deportes y me compro un palo de billar, que el último que tenia no lo encuentro (bueno, no he tenido nunca palo de billar, pero aquí me estoy aficionando a dicho juego, y todos tienen su propio palo, menos yo, y cuando vamos a jugar, a veces me toca jugar con unos palos mas malos que la quina).

El caso es que nos fuimos a pasar la tarde haciendo el deporte nacional de este país, irte de compras al centro comercial ¡CHUPIIIIIIIIIII!!!!!!!!!

Íbamos 4 personas, otro hombre (habría dicho “chico”, pero su edad excede como para llamarle ya por dicho apelativo :P), el matrimonio y yo.

Nos pasamos por el saco, donde mi otro amigo tenía que comprar una bascula para “pesar la maleta antes de irme, que no quiero pasarme de peso y pagar una fortuna por un par de quilos”, y de paso controlar que va haciendo progresos con su dieta del caminanding, que consiste en caminar a marcha forzada 1 hora diaria, y luego meterte unos postres de padre y muy señor mío…

Bueno, que me disperso, el caso es que fuimos al Saco, una tienda en la que igual encuentras un sillón de diseño que un tornillo o una clavija para el ordenador, y compramos rápidamente la bascula, y no sé que más compro el matrimonio.

Nos fuimos al centro comercial, y como llegamos casi a la hora del rezo, nos fuimos a una cafetería española, a tomar un café, pero no había zona de familias, e íbamos con una mujer, así que le preguntamos al camarero, y nos indicó que en el café de al lado si había zona de familias, por lo que salimos por la terraza, (zona exclusiva de hombres), llegamos a la zona del otro café por la misma (zona exclusivamente de hombres), cruzamos por toda la zona interior (de hombres) y nos llevaron al reservado de familias (zona de no fumadores).

Nos metieron en una cabina setentera, pintada de rojo y de naranja, con sillones cuadrados, y cristales traslucidos, lindísimo todo, y nos pedimos un café con leche, hielo triturado y chocolate tres de los cuatro.

Preguntamos si se podía fumar, y nos contestaron con un rotundo, no, que nos hizo sospechar que querían decir que no se podía fumar.

Tenían una carta de la Menorquina, helados españoles, de la cual he hecho una foto para todos aquellos que no me crean.



El caso es que llegó la hora del rezo, y nos dejaron allí dentro, tomando nuestro café, menos el casado, que se tomó una tarta de queso y un zumo de naranja (se cuida mal el amigo, me han dicho).

Mi amiga, que es fumadora de toda la vida como yo mismo lo era hasta que dejé de fumar hace casi dos años (como pasa el tiempo), tenía el mono de fumarse un cigarrillo, por lo que dijo:

- Si total, no hay nadie, y es la hora del rezo, porque me fume un cigarrillo aquí, no va a pasar nada, digo yo.

Y procedió a fumarse el cigarrito.

Justo antes de que se terminase el cigarro, se terminó el rezo, y volvieron los camareros, procediendo a rociar el local con un espray anti humo, por lo que nuestras sospechas de que no se podía fumar, eran infundadas, se podía fumar, pero tenias que tener un espray anti humo para rociar el local (que raros son estos camareros en arabia, digo camareros en arabia, porque ninguno de ellos es árabe, son de filipinas, india, Bangladesh, o países afines).

De allí nos fuimos a recorrer el centro comercial para recoger la abaya, pero estaba cerrado, y, tras esperar un rato, dando vueltas por allí, y viendo lo que había en otras tiendas (vi un cáliz misal, con los recipientes del vino y el agua, y un libro que bien habría podido ser una biblia), decidimos ir a hacer la compra que quería hacer mi amigo, y ya, de paso, todos comprábamos algo, pasando antes por la tienda de deportes para comprar mi fastuoso palo de billar.

Realmente teníamos poco tiempo, pues solo teníamos un rato entre rezos para comprar mi palo y llegar al centro de compra domestica (supermercado, en pocas palabras).

Entramos en la tienda de billar, y fuimos rápidamente a por los palos (la tienda tiene tres plantas…) preguntamos y nos dijeron que estaban en la segunda, por lo que mis amigos no hicieron caso y se pararon en la primera, y yo seguí a la segunda, por lo que tuve que bajar luego a la primera que era donde tenían los palos.

No eran muy caros (bien, eso era precisamente lo que yo quería), así que procedí a buscar uno que me gustara, y encontré uno completamente negro, de fibra de vidrio (solo un trocito en el medio envolviendo la madera), hecho en china por 95 riales (unos 18 euros), y luego compré la funda para llevarlo, esta más baratas, por siete euros (35 riales).



Lo compramos deprisa, y nos fuimos al supermarket, yo todo flamante con mi nuevo palo de billar.

Hicimos la compra en dicho súper mercado (no diré que fuimos al supermercado porque mi amigo es donde se compra los calzoncillos y se compro como para no tener que lavarlos hasta que vuelva a España por si se siente ofendido), durante la hora del rezo. A mi amigo le gusta mucho el zumo de uva, y hacer pan dulce, por lo que se compró 6 botellas de a litro de zumo de uva roja (que gusto más raro), levadura, y azúcar para poner una panadería de pan dulce.

Yo compré yogures y productos de limpieza corporal, que ya va haciendo falta eso de meterse debajo del agua y frotarse, y el matrimonio compró huevos como para hacer la tortilla de patatas más grande del mundo.

De ahí volvimos al centro de las abayas, no sin antes tener que esperar en la caja, que fue, como Murphy proclama a voces, la última en abrir (no se si fue por Murphy, o por una conjura judeomasónica, pero por algo de esto fue).

Pues eso, que volvimos a la tiendita de las abayas a medida, pero seguía cerrada, así que llamaron al dueño, o al dependiente, y resulta que estaba de reparto, pero que en media hora llegaría.

Suponiendo que no iba a ser media hora, nos fuimos a dar otra vuelta por el centro comercial, y es aquí cuando llegamos al punto que os quería contar, llegamos a una tienda de lencería erótica para mujeres…. Ummmm cualquiera que piense en esto puede empezar a engordar, al menos en alguna parte de su cuerpo, si tiene la suficiente imaginación…

El caso es que tenían algunos modelos típicos, de encaje, en rosa o rojo, con trasparencia en los pechos, con braguitas tanga, para que las mujeres vayan ligeramente rasuradas, y marcando curvas, ligueros a juego…. Voy a parar de dar detalles, que si no tendré que ausentarme al baño.

Entre medias estaba el modelo erótico más bonito que he visto jamás, un modelo con el que he soñado toda la noche, y que no creo que ya se separe de mis perversiones eróticas, un modelo que no podré olvidar jamás, y que me perseguirá en mis pensamientos, llevándome más allá del sumun del placer, un modelo que será la imagen de mis fantasías eróticas y el destino secreto de mis eyaculaciones en solitario y de mis sueños ninfómanas un modelo que no soy capaz de expresar con palabras por miedo a quedarme corto en la descripción de sus bellezas, por lo que procedo a poner una fotografía de ello, pues, ya que no podía comprarlo, me traje conmigo una foto para recordarlo siempre jamás, y quiero compartirlo con vosotros para que participéis de mi festín de lujuria y perversión…



Tras esto, poco más que contaros, la abaya no estaba bien hecha, así que se la dejamos para que se la comiese con patatas, nos fuimos a comer también nosotros, pero al Toni Romans, y luego a casa, y me jodió mucho no poder estrenar mi palo de billar, pero bueno, a ver si hoy puedo estrenarlo.

Besos a todos, y nos vemos pronto.

P.D.: Perdón si me he extendido un poco, pero como hacia tanto que no escribía nada, me tenía que desquitar… Más besos.