jueves, 20 de mayo de 2010

VACACIONES PAGADAS

Nunca creí que en un viaje de regreso a Riyad pudiesen pasar tantas cosas, ahora creo que, incluso, pueden pasar más…

Retomaremos mis andanzas por donde las dejamos antes de que Riyad se inundase y granizase tras 14 años (ahí es nada) sin granizar.

El caso es que yo estaba en España y tenía que volver a Riyad para seguir trabajando, el pan de cada día hay que ganárselo, y no veáis como me lo estoy ganando… pero mejor no me despisto, y sigo con esta historia.

Como decía, el caso es que me levanté temprano, me duche, agarré las maletas, y me fui a Barajas, a coger el avión.

En Barajas, acompañado de mis padres y mi chica, facturé la maleta (cago en todo, no llegaba a los 20 kilos que se pueden llevar, podía haber metido alguna lata más de pulpo o de berberechos), y nos fuimos a desayunar algo, pues no habíamos desayunado (tenía que estar a las 8 en el aeropuerto y lo de madrugar en exceso nunca fue de mi devoción).

Me desayuné el que pensaba que sería mi último bocadillo de jamón antes de regresar de mi exilio pseudo-voluntario en Riyad, y nos dirigimos a la zona de embarque.

Nada más entrar, esta vez sin ningún percance (ni siquiera me pitaron las hebillas de las zapatillas que siempre me pintan), me dirigí hacia la puerta de embarque, y, en una pantalla se anunciaba que el avión llegaría una hora tarde, genial, podía haber estado con mi familia, pero me quedé solo dentro del aeropuerto… “bueno”, pensé, “aprovecharé para empezar el libro que me traigo para no aburrirme en el viaje” bueno, lo pensé después de intentar conectarme a internet, y darme cuenta que eso que dicen de la conexión gratis en barajas, es mentira, al menos, en parte de la terminal 2. El libro se llama “Una breve historia de casi todo”.

Como el avión no terminaba de llegar, pregunte en la taquilla, donde me aseguraron que llegaría y que me daría tiempo de sobra de hacer la conexión con el vuelo de Riyad desde Frankfurt, lo que en un primer momento me creí.

Por fin llegó el avión, pasaron primero los de primera, y luego los demás, yo, por supuesto, dentro del grupo de los demás.

Llegamos al avión, nos montamos tras guardar nuestras maletas en el portaequipaje (yo llevaba una mochila y la maleta de mano, entre las dos más pesadas que la maleta que facturé, ahí es nada), y me dispuse a salir… pero el avión no hacia ninguna intención de salir, lo cual empezaba a ajustar mucho más mi tiempo de transbordo, no podía ser, no podría tomarme una última cerveza de las ricas en Frankfurt, no era posible.

El caso es que en el avión reinaba el buen rollito, parecía que nos hubiésemos fumados un cigarrito de la risa, y todos, de buen humor, comentábamos que no íbamos a llegar a tiempo, hacíamos preguntas a la azafata, que por qué no salíamos, que si llegaríamos, que si tal, que si cual, pero todo de muy buen rollito.

Por fin el avión empezó a moverse, parecía que al final podría llegar a Riyad… parecía.

De pronto el piloto dijo algo por megafonía, no le entendí muy bien, así que pregunte a la chica que tenia a mi lado, una chica muy simpática de México que volvía a su casa, la cual se lo había preguntado, a su vez, a una chica alemana que tenía sentada a su lado, y al final resultaba que había una pequeña avería y volvíamos a la puerta de embarque… ahora sí que perdería el avión de Riyad… y solo hay uno al día.

Cuando el avión llegó al lugar de donde había salido, tras hacernos esperar un rato, nos pidieron que bajáramos, pues iban a intentar arreglar la avería, y si la podían arreglar, volaríamos a Frankfurt.



A algunos viajeros los mandaron por otras rutas a sus destinos, otros, un poco cansados de esperar, como una chica que iba a Frankfurt para luego ir a Varsovia a pasar el fin de semana, y viendo que perdería un día de los dos que tenía, decidieron pedir el reintegro de su dinero y no volar, y otros, unos pocos, decidimos que seguíamos el viaje, parábamos en Frankfurt, y tomábamos el avión a nuestro destino al día siguiente. Entre los que decidimos esto, estaba un hombre que volaba también a Arabia, al que conocí esperando si volábamos o no, y la chica que os comente antes, que volaba a México.

El caso es que yo tenía que volar desde Frankfurt a las 14:15 y ya eran las 13:30, en tres cuartos de hora la cosa era difícil, así que decidí tomármelo con tranquilidad, solo haría escala durante 24 horas aproximadamente.

Durante el camino quedamos el hombre que conocí, al que llamaré Luis, y la chica Mexicana, a la que llamaré Gabi, en que si teníamos tiempo, podíamos ver algo de Frankfurt, pues ya sabíamos que no cogíamos nuestros respectivos vuelos.

Sin más incidentes llegamos a Frankfurt, ciudad alemana que fue arrasada en la segunda guerra mundial, pero que, aun así… bueno, mejor no me adelanto a la historia.

Pues eso, llegamos a Frankfurt, dos chicas que volaban a Islandia cambiaron sus billetes y se fueron sin decir nada, y un matrimonio de Galicia, que volaba a Pisa, nos estuvo contando todas sus andanzas, y empezaron a discutir sobre si se habían equivocado al buscar la ruta (decía ella), que si “como tú no buscas nada, solo me puedo equivocar yo”, decía el… la verdad es que se me dio un aire al bigotes… pero eran simpáticos, yo me reí un rato, y el solo buscaba un sitio donde poder fumarse un cigarrillo.



El caso es que ya estábamos en Frankfurt, con nuestro equipaje de mano, el billete a nuestro destino y ganas de dejar las cosas para ir a conocer la ciudad.

Nos dirigimos hacia donde nos habían dicho que se cogían los autobuses para los hoteles de la compañía, y, mientras Gabi buscaba un teléfono para llamar a su casa, cosa que le facilitó la compañía, nosotros nos tomamos un café en un bar de la estación.

Cuando al fin regresó Gabi, tomamos nuestras maletas y nos fuimos a la parada del autobús.

Llegó un autobús que iba al hotel, y nos montamos, nos parecía un servicio bueno, y el hotel estaba cerca del aeropuerto, aunque al llegar, nos parecía demasiado lujoso para nuestra compañía, así que preguntamos al conductor, el cual nos dijo que no, que nos habíamos equivocado, que en el mismo sitio salía otro autobús, pero que no era este, y que, aunque el otro hotel estaba cerca, no nos recomendaba ir andando por que teníamos que cruzar la autovía… así que nos volvimos con él, y esperamos el nuestro, con lo cual ya llevábamos más de una hora entre que esperamos, dimos la vuelta y tomamos el siguiente autobús, pues este se retrasaba.

Preguntamos a un taxista que si nos acercaba, pues el autobús nuestro no llegaba, y, tras pensar un momento y preguntar algo a un compañero, nos dijo que mejor cogíamos el autobús, que paraba allí al lado… eso lo haces en Madrid, y te da una vuelta el taxista que más te vale llevar algún billete de quinientos encima…

El caso es que llegamos hasta el hotel, nos registramos, y quedamos media hora más tarde (18:30) en la recepción para ir a cenar, pues el restaurante lo habían abierto a las seis (estos europeos siempre cenando tan temprano… no aprenderán nunca).

Cuando llegamos al restaurante (todo pagado por Lufthansa), nos esperaba una muy grata sorpresa.

Era un bufet libre, y, maravilla de las maravillas… HABIA UNA PATA DE GORRINO CON UN CUCHILLO PARA TOCAR EL VIOLÍN AL LADO. De acuerdo, era un jamón serrano muy normalito, pero era JAMÓN SERRANOOOOOOOOOOO, que subidón, probé de el resto de los platos, pero solo el recuerdo de tan suculento manjar, no me deja recordarme de las demás delicatesen (creo que había más comida), y repetí de mi jamoncito… ah, y había un poco de queso también.


Tras cenar nos fuimos hacia la parada del autobús, para que nos llevase al aeropuerto, y, allí tomar el metro.

Cuando íbamos a montarnos, el conductor nos preguntó por la ficha… ¿qué ficha? Pues resulta que para montar en el autobús te tienen quedar una ficha en el hotel, del aeropuerto al hotel no, pero al revés si… así que se la pedimos a la simpática recepcionista (hay que reconocer que también era guapa), y nos fuimos de vuelta al aeropuerto, esta vez solo con la cámara de fotos y algo de dinero.



Nos fuimos para el metro, y, tras intentar descifrar media hora lo que decía la máquina para sacar el billete, que por cierto, no es nada barato, 4 liros…. Pues eso, que después de media hora intentando descifrar la máquina, pedimos ayuda a un chico que estaba en el andén, y nos saco el billete, y fue entonces, cuando vimos que si le apretabas a un botoncito con un logotipo que era una franja roja, otra amarilla y otra roja, te lo ponía en españooooooo.



Nos cambiamos de anden, ya que el tren que teníamos que tomar estaba en el otro lado, y una vez dentro conocimos a un chaval, Annoete, que nos preguntó si necesitábamos ayuda, y le dijimos que si íbamos bien, el caso es que nos pusimos a hablar, y era su primer día de curro después de un año sin trabajar, y, además iba en la misma dirección que nosotros, por lo que se ofreció a llevarnos hasta donde íbamos, el centro.

Me contó que la ciudad había sido arrasada en la segunda guerra mundial, y casi no quedaba nada original, pero que habían intentado dar un aire antiguo a la zona central a pesar que era la mayoría, moderno.

Cuando llegamos a la zona antigua, Annoete se despidió, y no nos dejó ni que le invitásemos a una cerveza… de todas formas, le estoy agradecido por la información que nos dio, y por acompañarnos en ese primer rato en Frankfurt.







Dimos una vuelta por la zona antigua por la noche, que es muy pequeñita, pero es muy bonita, y luego nos volvimos hacia el metro, pues a la salida del mismo se estaba celebrando la fiesta de la primavera, pero como era Jueves cerraban pronto, y solo nos dio tiempo a tomarnos una cerveza, de la cual tengo el recuerdo de una jarra que a sugerencia de Luis nos llevamos de recuerdo.

La verdad es que la pagamos, pues nos daban un tique que si devolvíamos la jarra nos devolvían dos euros, y la tengo en el congelador para cuando me quiera tomar una cerveza “sin alcohol” bien fría… ;P.

Nos volvimos al metro tras cerrar todos los bares… (Los cerramos aunque solo fuese con la última cerveza), y luego tuvimos que esperar una media hora por el autobús de nuestro hotel (pasaron cuatro del otro hotel de lujo al que llegamos la primera vez).



Quedamos en levantarnos pronto la mañana siguiente, para ver Frankfurt de día, y luego irnos al aeropuerto (todos nuestros vuelos salían a la misma hora, teníamos que estar en el aeropuerto a las 12:30 más o menos).

Nos vestimos, bajamos a desayunar (un buen desayuno, por cierto, pero el jamón no estaba ya… que pena), con zumito y todo, recogimos las maletas y nos fuimos al aeropuerto de nuevo.

Una vez en el aeropuerto nadie sabía dónde estaba la consigna para dejar las maletas, y tras una media hora de subir y bajar por las mismas escaleras siguiendo las indicaciones de unos y otros, cuando dejamos de hacerles caso y empezamos a ver por nosotros mismos, encontramos la consigna, y dejamos las maletas, yo me lleve la de la cámara.

De nuevo regresamos al metro, comentando que no sabíamos por que habíamos pagado, si no nos habíamos encontrado con ningún revisor… y justo en ese metro había uno, menos mal que pagamos… jajajajajajaja.



De nuevo en el centro, recorrimos la ciudad por la zona del rio Main, afluente del Rhin (lo acabo de mirar en wikipedia, no sabía cómo se llamaba el rio), de lo cual os dejo algunas fotillos curiosas.







A la vuelta, ya con el tiempo pisándonos los talones, nos paramos en la zona de las casetas a tomarnos una salchicha y una cerveza, no podíamos irnos sin despedirnos debidamente de esta bonita ciudad.

En el metro un mendigo intentó ayudar a sacar un billete a Gabi, y nos hizo perder un poco de tiempo, para algo que ya sabíamos cómo hacer, y que al final hicimos nosotros mismos, pero el hombre no cejaba en su empeño de querer ayudarla, supongo que para ganarse algo.

Ya de vuelta en el aeropuerto fuimos a recoger las maletas, y nos despedimos de Gabi, ella se iba a México, donde, ya nos lo ha comunicado, ha llegado perfectamente, y sin más dilaciones.

Nosotros nos fuimos a la zona de embarque, y a mí me pitó algo, como no, eso es indicador de que llegaré bien a mi destino, y me pasaron el escáner de mano, que sonaba como R2D2 de Star Wars, y cuando se lo comenté al policía, me demostró su poco sentido del humor, tuvo que llegar una compañera para explicárselo, esta sí, con más luces y más sentido del humor.

Luego tenía que pasar por un mostrador, y cuando me puse en una cola, al llegar al hombre que me atendió me mando a la cola del final, y, cuando llegue a la del final, después de esperar un rato, me mandaron a otra… que por fin era la adecuada, por un momento pensé que estaba en España en las oficinas de hacienda, de una cola a otra, peor que la administración pública.

A Luis le hicieron abrir la maleta, y eso nos retrasó un poco, pero como íbamos con tiempo de sobra, no hubo ningún problema.

Por lo demás llegamos a Riyad sin ningún incidente, y ya estamos trabajando.
Por último, recomendaros el último disco de uno de mis grupos favoritos del panorama musical español actual, los LORI MEYERS, con su disco, recién sacado al mercado, “Cuando en destino nos alcance”.

Un abrazo muy fuerte a todo el mundo, y en especial a toda esa gente que tanto hecho de menos.

Nos vemos en los bares.

lunes, 3 de mayo de 2010

LA LLUVIA EN SEVILLA ES UNA MARAVILLA, PERO LA LLUVIA EN RIYAD, ES UNA CALAMIDAD...

Hoy me planteaba contaros mis des-aventuras de regreso a Riyad desde Madrid, pero creo que esto tendrá que esperar, pues, sino, no hablaré de lo que hoy me ha acontecido.



Como todos los días, teníamos que comer, por lo que he ido a casa a comer, hoy en el coche de un compañero. A la vuelta, estaba empezando a llover, solo un poquito (eso sí, con unos goterones que parecían puños), pero nada más llegar al trabajo, ha empezado a llover como si nunca hubiese llovido aquí (bueno, ese dicho, igual aquí no pega, pues aquí, llover, llover, lo que se dice llover, creo que desde el cretácico o antes no lo hacía…), pero bueno, el caso es que se ha puesto a llover de manera loca.

Todos nos hemos quedado extasiados viendo lo bien que cae el agua cuando llueve, fíjate, todita hacia abajo, con leves inclinaciones cuando el viento decide dar un poco de compas y romper la monotonía de movimiento.

No suficiente con esto, ha empezado a granizar, no eran demasiado grandes los granizos, solo como canicas pequeñitas, pero es que, por lo que me han contado, no granizaba aquí desde hace 13 años… casi nada.



Las ventanas, que deben de tener el goterón más taponado que nada, han empezado a hacer aguas, con lo que la oficina se nos ha empezado a llenar de agua que entraba por las ventanas…

El caso es que gracias al agua no he salido esta tarde a la obra (no sé si decir gracias o no, pues mañana tengo trabajo doble, pero bueno), tiempo que he aprovechado para hacer trabajo de oficina.

A esto han llegado las cinco y media, y me ha comentado mi jefe (menos mal que se ha acordado de mí…) que si sabía que casi todas las calles estaban inundadas y que no podíamos o podíamos salir difícilmente de la obra.

Como mi coche es más bajo, he decidido que mejor me iba con él, no fuera a ser que me dieran los bajos… jejejejejejeje, pero es que al salir, esto parecía que se hundía, hasta para los camiones parecía que había mucha agua.

Había varios coches parados en mitad de la calzada, que no podían seguir, otro optaban por subirse a la mediana, que está más alta (los cuatro por cuatro solamente), y otros, como nosotros, por limpiar los bajos del coche, que también lo necesitan de vez en cuando.

Hemos conseguido pasar el primer charco, y hemos seguido, bordeando la obra para poder acceder al cambio de sentido para ir a nuestra casa…nos hemos encontrado con otro lago de dimensiones parecidas, que hemos sorteado por la zona alta del peralte, y, al llegar a la zona donde teníamos que hacer el u-turn (giro de 180 grados), estaba la rotura de la cañería, solo faltaban los patos para que fuese igualito que el retiro (salvando las diferencias, claro está), todos intentando pasar por un estrecho carril en la zona alta del lago, y los que no se atrevían, dando media vuelta y yéndose en dirección contraria.



Al final hemos llegado a casa, pero os juro que nunca había visto llover de esta manera… al menos en Arabia.

Después de tantas aguas, nada mejor que recomendaros el disco de Supersubmarina, Electroviral, está genial, al menos a mi me lo parece.



Un abrazo, y nos vemos.

P.D. Quien me presta una patera
Para llegar a mí casa
Porque todito el camino
Está llenito de agua.