viernes, 2 de julio de 2010

EN BUSCA DEL FUEGO

El otro día (01/06/2010), yo me encaminaba hacia el centro en mi flamante vehículo (lo flameante viene a continuación), con un compañero de trabajo para comprar unas cuantas botellas de zumo de uva, porque, últimamente, nos ha dado por el zumo de uva, cuando, al tomar King Fahad, nos encontramos que en un edificio de unas treinta plantas, en la planta superior, parecía que había fuego… bueno, realmente la cosa fue diferente, yo creí ver fuego, pero parecía muy pequeño, solo se veía un puntito, y, cuando se lo comuniqué, como no se veía ya, me dijo tal que “tu estas muy mal…” el caso es que pasamos el edificio, y mi amigo miró para atrás (yo os recuerdo que estaba conduciendo, no podía hacer tal cosa), y me dijo, “si, tío, si que está ardiendo, y están ardiendo lo menos tres plantas…”, por lo que me giré y vi que era cierto, que el edificio ardía cual olímpica llama venida a más, pero sin moverse del sitio.



Los coches de bomberos empezaron a pasar para un lado y otro, el tráfico empezó a hacerse denso, pero nosotros llegamos al gran almacén donde nos dirigíamos, y, tras hacer nuestra compra, volvimos a casa, pero no por el mismo camino, sino por otro, dado que llegar hasta la torre incendiada, me parecía misión suicida desde antes de que se me pasase por la cabeza, y le demostré a mi compañero de viaje mi gran facilidad para perderme, y, una vez que todo parece perdido, encontrarme de forma rápida y misteriosa, pues me equivoqué en el camino alternativo para volver a casa, y, creo que encontré otro camino más rápido.

Este inciso no venía a cuenta de nada, pero lo dejaré, porque me parece entretenido, y puede llegar a despistar un tanto del producto final que quiero obtener, de forma que, aunque no sirva para el resto de contexto, como inciso absurdo queda la mar de bien.

Pues a donde quería ir a parar, este incendio me dejó un poco intranquilo, aparte de por qué no avisé a los bomberos, (tampoco me sé el número de teléfono de los susodichos), pero más adelante sabréis por que no los avise, por cómo pudieron apagar el fuego, o, según supongo yo, que sería lo más seguro, y, dado que no sé lo que realmente ocurrió tras mi paso por el lugar del suceso, como se apagó el fuego por sí mismo tras haberse iniciado de forma misteriosa, dejando correr mi imaginación pseudo-literaria.

Todo esto lo digo con causa de desconocimiento pero por extrapolación de la experiencia, que, a veces, es más seguro que ver las cosas con tus propios ojos, pues no llegas a creértelo.

Os preguntareis el por qué de la experiencia… bien, os lo diré, almas hambrientas de información y conocimiento.

Unos días antes de que este incendio en el centro de Riyadh iluminase con luz propia mis pupilas, al salir del trabajo para ir a comer, cuando iba con uno de mis jefes, me encontré con una columna de humo que salía de uno de los edificios del complejo que estamos haciendo.

Era un humo negro y denso, como si se estuviese quemando petróleo (algo que sería normal en este país), o neumáticos viejos (algo raro, pues los tiran todos en mitad del desierto), pero quisimos pensar que era una máquina de estas nuevecitas que se usan para el movimiento de tierras o para el desplazamiento de cargas en altura que estaba arrancando sin contaminar más de lo visible (recordemos, por si alguien tiene memoria de pez, humo negro y dennnnnnnnnnso).




Como la columna de humo que en un principio, quiero pensar que con la ayuda del aire, parecía remitir, pensamos que sería eso, pero al cambiar la racha de aire y observar una mayor nube negra, decidimos que, igual, lo mejor era acercarse a ver qué pasaba, no fuese que se quemase toda la obra.

El caso es que nos acercamos al sitio para ver lo que ocurría… y lo que parecía estar ocurriendo era algo similar a una grabación de una película de los hermanos Marx, donde se recreaban con los mayores absurdos que he podido ver en mucho tiempo.
Nos encontramos con que el encofrado de una losa que se estaba preparando, se había declarado en llamas misteriosamente, y parece ser que se declaró él solo, porque a día de hoy, aun no se ha dado un razonamiento medianamente verosímil de lo que pudo haber ocurrido para iniciarse el incendio.

Cuando llegamos, ya las primeras filas para ver el espectáculo estaban abarrotadas de los trabajadores, que no parecían tener miedo de acercarse al incendio, ni intención de extinguir el mismo, pues, con el calor que hace en este país, refrescaba el ambiente y daba un poco de alegría, al poder reproducir de una forma un tanto abstracta las fallas de Valencia.

No solamente observaban el incendio desde abajo, sino también desde los forjados vecinos, con especial interés en el evolucionar de las llamas y en el volumen y dirección del humo (me han dicho que se llegaba a ver desde varios kilómetros a la redonda incluso dentro de Riyadh).

A todo esto, los bomberos parecía que estaban en camino, pues el encargado que vio el incendio en primer lugar, dado que el resto de gente por encima estaban comiendo lejos de la obra, decidió llamar a los bomberos… y, a pesar de que este hombre hablar árabe y se entendía perfectamente con quien le cogió el teléfono (en árabe, por supuesto) obtuvo por respuesta algo parecido a “pero usted no es un árabe saudí, así que no le podemos atender, apague el fuego como bien pueda, pues nosotros no estamos para servirles a ustedes, extranjeros”, quedándose el hombre tan estupefacto que simplemente les dijo, “bien, pues nada, encantado, pero si hay algún muerto, dado que el incendio es bastante grande, que sepan que son ustedes los responsables directos de lo que ocurra, muchas gracias.”



Parece ser quelas palabras del hombre conmovieron el alma de los diligentes bomberos, y estos, dejando su comida a medias (eso sí, creo que para dejarla a media decidieron tras una reunión definiendo pros y contras, y tras una votación que hubo que desempatar dos veces), para lo que tuvieron que comer solo un cuarto más de lo que tenían para almorzar para así llegar a la mitad de la pitanza y proceder a tomar las herramientas y vehículos para dirigirse a su insigne trabajo.

Tras unos diez minutos de estar allí, apareció un... bueno, una furgoneta de bomberos, con una pequeña manguera de agua presión….

Comenzaron a decir a la gente que se apartasen, pero mucha gente seguía en el edificio, cerquita del fuego, y, si les decías que se marchasen, en lugar de irse, se metían dentro… no lo entiendo, pero esa era su forma de “protegerse”.

Cuando el edificio estaba casi vacío, procedieron a intentar apagar el fuego con la furgonetilla… Esto sí que llegó a ser gracioso, primero intentaron echar el agua desde una distancia tal, que el agua no llegaba ni a la mitad. Como los bomberos son un poco escurridillos de peso, tubo que coger un policía (estos viven mejor, y le más corpulentos pesaría sus ciento cincuenta quilos) la manguera, porque a los bomberos les echaba para atrás, y ver a un policía de 150 kilos apuntalado por un bombero de unos 65… era muy gracioso.



A todo esto, el fuego seguía su curso, pero todavía no había llegado ni una sola gota de agua hasta el mismo.

El agua de la furgonetilla se acabó, y trajeron una cisterna para rellenarla, por lo que el fuego seguía y seguía progresando adecuadamente (por ponerle una nota general, pues podría haber sido notable o sobresaliente).

Ya por fin llegó un camión de bomberos, con escalera y todo… pero entre la gente y la cisterna, no le dejaban pasar para posicionarse.

Tras media hora, ser agredidos con barro por el jefe de policía, y un caos total, decidieron montar una manguera con trozos de mangueras… pero cuando se les dijo a los bomberos por donde se accedía más rápidamente, su contestación fue que si nos creíamos más listos que ellos… (Igual aun no se habían dado cuenta que trabajábamos en dicho edificio y sabíamos cómo estaban de escombros los accesos), por lo que se fueron por el acceso peorcito de todos.

Al final, gracias a la ayuda (lo hicieron todo) de los mirones que no habían salido del edificio, montaron la manguera… pero no tenían agua para la misma.
A todo esto el camión con la escalera ya había logrado pasar la marabunta, y se proponía a echar agua, pero como el aire soplaba en contra y estaban a más de treinta metros, el agua no llegaba al fuego… eso sí, llegó a mojar un poco la base de los pilares, se estaban acercando a su objetivo.

Tras varias filigranas más, tales como ver a los bomberos pasando justo debajo del fuego en lugar de ir por otro acceso, verlos a estos sin casco en zonas de riesgos de desprendimiento, ver a los trabajadores manejando la manguera, intentar que llegue el agua al fuego con un forjado de por medio, etc., el fuego quiso empezar a amainar (principalmente porque no quedaba más madera que quemar), y empezó a funcionar la manguera de arriba, la que habían formado los trabajadores.
Al final apagaron los rescoldos, y se fueron tan felices…



Pues lo dicho, todo esto pasó en una tercera planta, no quiero saber lo que pudo ser la acción extintora en lo alto de un edificio de 30 plantas… supongo que la yesca se acabo, o, sino, a estas alturas, un mes después, seguiría ardiendo.
Bueno, muchos besos, y esta vez os pido que escuchéis al grupo Última Experiencia, un grupo de Madrid que salió de una escuela técnica, y que por fin están pegando fuerte, muy fuerte… Animo, chicos, vosotros podéis.