miércoles, 2 de septiembre de 2009

UN PUEBLO ES...

Esta semana pasada, he estado en mi pueblo, he visto a gente que hacía mucho que no veía, y he recordado tiempos pasados.

Hacía mucho que no estaba más de un fin de semana allí, y se me olvidaba la vida tranquila y, en cambio llena de actividad que se lleva en los pueblos.

Puede parecer una paradoja, pero es así, en los pueblos se vive de otra forma, las prisas no existen, no se queda a una hora, sino luego… y el caso es que, al final, te ves, te encuentras con quien habías quedado y se hace lo que se tenía previsto hacer, y, si llegas tarde, lo más que puede pasar es que se estén tomando un café sin ti…

A parte de eso, en un pueblo, cuando no sabes que hacer, y, sobre todo si es de montaña, como mi pueblo, con salir a la puerta de tu casa, y sentarte, ya ves gente, o puedes salir a dar un paseo por la carretera o por algún camino, y todo listo, o, como me pasó a mí, si vas a ver un monumento y está cerrado por que cierran pronto, y quieres hacer algo, te das una vuelta por la sierra, en chanclas, y sin agua, que ya encontrarás un regato, y tendrás cuidado de donde pisas.

Además, cuando miras el paisaje desde la sierra, sin el sonido de los coches o de las máquinas, parece que estuvieses en otro mundo, tranquilo, dejando pasar el tiempo sin miedo a perderlo, aunque solamente mires el horizonte tumbado o sentado en una lancha.

Ya no hablo de por la noche, cuando el cielo enciende sus luces de gala, y, al contrario que en la ciudad, puedes ver todas las estrellas, y su luz es la que te ilumina, te tumbas en una piedra, miras al cielo y te olvidas de lo demás, solo miras a las estrellas o a la luna, con lentitud, parsimonia, sin miedo a quedarte dormido, porque estás a gusto…


No sé cuando perdimos del todo esa conexión con la naturaleza, pero deberíamos volver más a menudo a los pueblos, a las montañas, a las playas, a los sitios sin gente, para reencontrar la naturaleza y a nosotros. Volver a ver a esa gente que dejamos de ver hace tanto tiempo, pero con los que compartimos tantas cosas cuando éramos pequeños.

Como colofón, os comento el libro “El rumor del oleaje” de Yukio Mishima, un libro que habla sobre una historia de amor, pero, a la vez, hablar sobre el esfuerzo y los resultados de esforzarnos por hacer bien las cosas.

Sin más, nos vemos pronto con más historias inventadas.

Kocham cie.

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