martes, 4 de agosto de 2009

INMIGRACIÓN (III)

En este punto quiero en primer lugar, analizar la aceptación de las migraciones si estas se realizan en el interior de un país, o si son de más largo recorrido y conllevan la salida del país de origen para llegar a otro, especialmente si las culturas son diferentes.

Normalmente, y digo normalmente, porque existen casos como Ruanda, que la migración se debe a una diferencia de etnia dentro de un mismo país, y la enemistad está servida, pues normalmente, si no hay temas políticos por medio, las migraciones por necesidad de buscar trabajo y sustento dentro de un mismo país no están mal vistas generalmente, conllevando simplemente un periodo de readaptación de reparto de suministros por parte del gobierno para equilibrar las presiones fiscales de la población, creciente en un lado y menguante en otro.

Si las migraciones son a países amigos, y con una cultura similar, normalmente tampoco son del todo desagradables, pues unos se entienden con los otros, comparten unos valores y unas tradiciones similares o parecidas, y se considera un acto humanitario que en un futuro puede ser que tenga mismos participantes con diferente cometido.

No siempre, ni por todos, es bien recibida esa masa migratoria, pues hay gente dentro de los países receptores que ven un peligro en esa gente desconocida que vienen, a trabajar, aunque según ellos vienen a robar el trabajo. Piensa el ladrón… Pero en general no se es reacio del todo a convivir o a permitir la residencia a dicha población.

Peor parte se llevan los que vienen o van a países de diferente ámbito cultural, y, sobre todo, si son de diferente creencia religiosa.

En este caso, solo por ser de una religión que durante siglos ha sido opuesta e incluso enemiga de la nuestra (no olvidemos que las mayores masacres y muchas guerras se han hecho en nombre de las religiones y de sus dioses), el individuo migratorio, pasa a ser un enemigo de la madre patria, a lo que hay que añadir que muchas veces no conoce el idioma, intenta mantener su cultura, sus costumbres, su religión… lo cual puede ser tachado de separatismo o falta de interés de integración en la sociedad.

Lo que hay que saber, es, que motivo tan fuerte hace que una persona o un grupo de personas, se desplacen, de forma muchas veces miserable y sin recursos, hasta países donde no son entendidos, nadie comparte sus culturas, son maltratados, abusan del desconocimiento del nuevo lugar, y muchas veces se ven forzados a delinquir para poder sobrevivir. No creo que nadie, sabiendo que la vida de un inmigrante es tan dura, emigre por placer, sino más bien por necesidad.

Por último, llegamos a las consecuencias de las migraciones, si bien, a lo largo de los dos puntos anteriores ya hemos visto algunas de ellas, pero ahora centrémonos en analizarlas.
Imágenes obtenidas a través de internet.
Hoy os recomiendo la película de dibujos animados que se ha estrenado hace poco "Up", una película divertida, un poco sentimental en algunos momentos, como al principio y al final (el principio, sobre todo, no parece muy pensado para niños...), pero en general te ríes con la película, aunque los personajes sean obvios (el perro se llama Dog...).
Kocham cie.

3 comentarios:

  1. En tu caso, la migración responde a otra necesidad, la de encontrar un trabajo mejor o ir a donde se ha desplazado el que tenías, más o menos. Aunque prefiero pensar que los motivos que te han llevado a Arabia también incluyen el espíritu aventurero, freelance y curiosos que te ha movido siempre.
    Un besazo de El Pinky, Tais e Isis.

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  2. Voy a romper una lanza a favor de los Dioses.

    Como bien has dicho masacres y guerras se han hecho en nombre de estos, pero la realidad es que los motivos e intenciones siempre los han puesto los hombres y sus políticas expansionistas.

    Por otro lado recalco que los Dioses nunca han movido un dedo, sólo se les podría acusar de indiferencia e insensibilidad.

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  3. En eso que dices, queridísimo amigo, y muy a mi pesar, tengo que darte totalmente la razón, y lamento que no se sobreentienda de lo que escribí, pues el verdadero motivo que suele llevar a la guerra, sea cual sea la excusa, es el vil dinero.

    No puedo estar más de acuerdo contigo.

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